Marcha 21 de Noviembre 2019
Por: Enrique Gamboa
En Bogotá y Colombia el 21 de noviembre se vivió una jornada histórica: millones de personas salieron a las calles a exigirle al Gobierno del Presidente Iván Duque que tomara medidas en temas como; el respeto a la vida de los líderes y lideresas sociales, protección al medio ambiente y el fortalecimiento de la educación pública, aumento del salario mínimo y la defensa de la protesta social. Además de un rechazo a las reformas laboral, tributaria y pensional.
Como había pasado en Puerto Rico, Chile, Honk Kong, Francia Ecuador u otros más, en nuestro país también se despertó esa necesidad de no callarse. Porque el silencio en tiempos de inconformidad no es el camino que nos lleve a cambiar las cosas. Y eso se sentía en las principales plazas del país que fueron el epicentro de una tarde histórica. Jóvenes, líderes sociales, maestros, activistas, sindicatos, llenaron la Plaza de Bolívar de Bogotá con pancartas, música, reclamos y exigencias que no desvanecieron a pesar de la lluvia incesante que cayó en la ciudad.
Pero en la noche… pero en la noche pasó algo que no estaba en los planes de nadie. Con las calles ya solas y quienes las ocuparon durante el día rumbo a sus hogares. Un grupo de entusiastas entró a sus cocinas y sacaron del cajón, la cacerola. Con el elemento en mano se alargó la noche que acompañada de baile, sonidos y paz fue la continuación de un día que ya le pertenecía a la gente. Esa noche del 21 de noviembre y las que la siguieron el país no se rindió y siguió unido en las causas que lo afectan, exigiendo soluciones al compás del utensilio.
Quedará marcada para la historia esta movilización. Fue la más multitudinaria; en la que se reunieron la mayor cantidad de actores, donde la paz fue la bandera, la más emotiva y significativa de todas. Solo esperar que se hayan oído nuestros reclamos, que no se hagan los de los oídos sordos y se pongan al frente de nuestras exigencias. Pero sabemos que la cacerola siempre la vamos a tener a la mano. Va a estar ahí para todos y todas; sabemos ahora manifestarnos de otra forma.