¿Elevado o subterráneo? Que no nos deje el tren de la movilidad sostenible
Por: Lina Torres
Metro elevado o subterráneo. ¿De verdad es esa la cuestión? Desde que se reavivó el debate por cuenta de las declaraciones del Ministro de Transporte, encontramos opiniones de ida y vuelta sobre cuál es la mejor opción. Sin embargo, entre el ruido de las defensas y las críticas de lado y lado, han quedado ocultos temas que no dan espera. En otras palabras, esta discusión -obtusa, por la inviabilidad técnica y financiera del metro subterráneo- nos desvía de solucionar problemáticas estructurales para la ciudad.
Reiniciar, detener o replantear estos proyectos no sólo traería consecuencias contractuales, jurídicas, económicas y sociales, sino también, ambientales. Y es aquí donde a la discusión le aparece una rama que no todo el mundo quiere ver. La crisis de la movilidad y de la calidad del aire de la ciudad es compleja (se le atribuyen cerca de 2.500 muertes al año) y requiere acciones a gran escala, dentro de las cuales, la construcción de la primera línea de metro es sólo una ficha en el engranaje.
No nos equivoquemos, una línea de metro dista de ser la solución a todos los problemas de movilidad de la ciudad, pero justamente, por la escala de las acciones que se requiere para llegar a contar con un sistema multimodal, integrado, accesible y limpio, lo último que necesitamos es generar más retrocesos y sobrecostos en una sola obra.
El tiempo apremia, y mientras el Plan de Movilidad Sostenible y Segura de Bogotá, 2022-2035 plantea articular una red de buses de alta y media capacidad, red de metro, cable aéreo y transporte intermunicipal, nos atascamos discutiendo uno solo de los elementos y de paso incumpliendo compromisos contractuales con los mismos inversores internacionales que necesitamos para poder llevar a cabo proyectos futuros. La obsesión con reanudar el debate, nos aleja cada vez más de mejorar nuestra salud en una ciudad que ya no se sorprende cuando se decretan alertas ambientales por la calidad del aire.
Según el Instituto de Desarrollo Urbano y la Alcaldía Mayor de Bogotá entre los años 2014-2050 sin la implementación de un sistema de transporte masivo tipo Metro se podrían llegar a producir 470.683 Toneladas de CO2 “lo que equivale a un incremento de 306.947,82 Toneladas de CO2” frente al año de referencia. Esta investigación describe cómo con el Metro y su sistema de tracción eléctrica, se podría evidenciar entre 2021 y 2050 “una reducción acumulada en el tiempo de 1.826.507 toneladas de CO2, lo que representaría el 18% de reducción de CO2”.
Posponer este potencial reducción de emisiones, de mejora de la calidad del aire, de reducción en los tiempos de desplazamiento de las poblaciones más vulnerables de la ciudad y de desarrollo de obras de mejoramiento urbano contempladas dentro del metro -como la ciclorruta cubierta más larga del mundo- es pedirle a las y los habitantes de la ciudad que se priven de progresos tangibles y urgentes en su calidad de vida, a cambio de una promesa etérea y sin línea de tiempo.
Además, es ignorar que al 31 diciembre de 2022 ya se habían invertido $1.387 billones de pesos (cerca del 19% del presupuesto proyectado). Que el traslado anticipado de redes se encuentra en un estado de 74,3% de ejecución. Que en el proceso de adquisición predial y reasentamiento se adquirieron 1.427 predios, 82% de ellos con promesas de compraventa y que además se encuentran avanzadas una serie de obras complementarias como el intercambiador vial de la Calle 72 y el patio taller, lugar en donde se realizaría el mantenimiento y reparación de los trenes.
El metro es un eslabón importante y necesario, pero no suficiente para lograr desembotellar la movilidad y limpiar el aire de la ciudad, y por eso bien nos haría invertir nuestros impuestos, tiempo y credibilidad en desarrollar las muchas acciones que siguen en el camino hacia la movilidad sostenible. El momento de discutir el tipo de metro que se va a construir, ya pasó, y lo que viene es una ruta que requiere menos juego político y más visión de largo plazo.
Lina Torres.
Socia, Directora de Proyectos y Estrategia.